El camino de la Paciencia- Patgrick Pargnien
LA PACIENCIA
Continúo con el camino del Bodhisattva que se declina
en seis prácticas que son el fundamento, la base de la práctica espiritual del Zen.
Tras haber abordado el don y la conducta ética voy a seguir con la paciencia.
El ser humano, que somos o más exactamente la identificación con el sistema condicionado, nos lleva a desear intensamente y saciar el menor deseo. Esta forma de funcionar es muy postulada en la sociedad actual y muchos de nosotros soportan cada vez menos frustración, lo que genera e intensifica la cólera.
El ser humano, que somos o más exactamente la identificación con el sistema condicionado, nos lleva a desear intensamente y saciar el menor deseo. Esta forma de funcionar es muy postulada en la sociedad actual y muchos de nosotros soportan cada vez menos frustración, lo que genera e intensifica la cólera.
El
velo de la cólera nos impide discernir, aprehender la existencia en toda su arborescencia
y puede llevarnos hasta a eliminar el objeto, incluso
el sujeto, lo que cerraría el camino hacia la realización del deseo. Este velo de
la cólera expresa también hasta que punto estamos separados de nuestra más
vasta dimensión, la dimensión del amor.
La paciencia es una compañía necesaria para el
o la que camina en la vía, ya que permite no reaccionar cara a las diferentes situaciones,
a los diferentes fenómenos que encontramos sino estar con una mente abierta.
Permite no cristalizarse, no resistirse,
no juzgar o juzgarse y así cultivar la benevolencia cara a los otros y a uno
mismo,
Consolida,
reafirma la intención de caminar en la vía de la realización, tanto más cuando
en el camino encontramos diferentes obstáculos como la agitación mental, las resistencias,
las relaciones difíciles, los miedos, las dudas…La paciencia permite
experimentar estas diferentes situaciones a las que estamos confrontados en el
sentido de no reaccionar ni a favor ni en contra alimentándonos con la intención de atravesarlas,
lo que abre nuestra capacidad de discernimiento que no debemos confundir con el
juicio.
El
juicio como su nombre indica, juzga, pero también condena y rechaza, mientras
que el discernimiento ve, reconoce lo que está ahí, tal y como está ahí. Con
esta visión penetrante que es el discernimiento se abre una comprensión
intuitiva de las diferentes situaciones que jalonan la existencia es el fruto
de toda una red de interdependencias. Acompañados por el discernimiento conjugado
con la apertura del corazón, los lazos de identificación, se desatan; no nos
sentimos afectados ni amenazados por ello sino que realizamos que la única
respuesta es armonizarse, estar afinados como la corriente de un río que abraza
los diferentes obstáculos que encuentra a su paso continuando avanzando de
forma libre.
Así que
es importante comprender que la práctica de la paciencia no es una actitud
pasiva sino un movimiento dinámico.
El
campo de la práctica es vasto, se despliega en el menor aspecto de nuestra
vida. Entonces tenemos muchas ocasiones de practicar la paciencia. Bien
entendido que podemos experimentarla durante la práctica de la meditación
sentada cuando nos confrontamos a los fenómenos que nos atraviesan y que
invaden nuestro espacio interior; bien sean fenómenos de origen corporal o
mental; siendo conscientes de ellos ,encontrando una afinidad paciente y
regular con la experiencia viva del aquí y del ahora.
Esta
práctica de la meditación sentada alimenta fundamental y profundamente nuestra
actitud de ser en la vida y es esencial dejar que su perfume impregne todos los
espacios de nuestra vida, cultivando así la paciencia en nuestras diferentes relaciones:
las relaciones con los otros, con uno mismo, con los diferentes acontecimientos
que recorren nuestra existencia y con la enseñanza de la vía.
Los
cuatro votos que pronuncia el Bodhisattva se alimentan de la práctica de la
paciencia y lo apoyan en el camino de su realización.
Cultivar
la paciencia hacia los otros, respetando su camino de vida, y no encerrándolos
en nuestras proyecciones, en nuestros deseos o aversiones y atravesar el mundo
de las apariencias para ver en ellas que la esencia que nos habita
fundamentalmente es el precioso vehículo que permite realizar el primer voto
del Bodhisattva de acompañar a todos los seres en el camino del despertar.
El
Bodhisattva, cultivando la práctica de la paciencia, frente a sus sombras, sus
dificultades, sus dudas, sus condicionamientos, su impaciencia se pone en
camino de realizar su segundo voto de liberarse de los apegos. Si no nos
diferenciamos de los otros, si vivimos también nuestras sombras, nuestras
dudas, nuestras dificultades…iluminándolas con paciencia, se despierta la consciencia de que no estamos separados de
los otros, de que nuestros cuestionamientos, nuestras sombras en el fondo, no
son diferentes de las que puede vivir cada ser humano. Entonces, por ella
misma, la paciencia se vuelva hacia los otros y puede manifestarse la
compasión, terreno necesario y esencial para caminar en la vía de la
realización.
Otro
aspecto de la paciencia es la paciencia en relación con la enseñanza. A veces
hay ciertas enseñanzas que pueden parecer incomprensibles, otras difíciles de
poner en práctica o de hacerlas realidad que piden perseverancia, paciencia
para continuar avanzando sin quedarnos inmovilizados por los vientos de la duda, del
desánimo. Pero la enseñanza no es solamente la de los textos, es también la de
la vida, la de las diferentes situaciones que podemos encontrar en nuestra existencia
que, según cómo las abordemos, pueden ayudarnos a « crecer », a ir
más profundamente en la vía.
Viviendo
cada condición como una enseñanza y no como un obstáculo infranqueable,
cultivando la paciencia cara a todas
ellas el Bodhisattva camina para que se cumpla el tercer voto, que se haga
realidad la multiplicidad de la enseñanza.
Así
el Bodhisattva “saca agua” de la práctica de la paciencia para que se realice
el cuarto voto de cumplir la vía de la realización. Este último voto que es a
la vez el fruto de los otros tres y que a la vez los contiene.
El
sentido profundo de la paciencia es no esperar nada, estar ahí con lo que está
ahí tal y como está ahí. Entonces ningún contratiempo puede surgir, ninguna
insatisfacción puede aparecer. Si en lo que vivimos percibimos un contratiempo
o si sentimos una insatisfacción, es que no estamos suficientemente
alineados(as) con el momento presente,
que existe una división, una separación y que esperamos otra cosa.
Os deseo una buena práctica.
Patrick
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