5/6 Milarepa y los cien mil cantos





5-Milarepa recibió la enseñanza del tsumo de Naropa, lo que le permitiría vivir en soledad en los altos montes y expresar su vocación particular.  Milarepa se retiró en un largo período de reclusión. Cuando un sueño le mostró que su madre había muerto y que su hermana andaba mendigando, sintió un gran dolor y decidió regresar a casa.

Se despidió de Marpa y Marpa le transmitió sus últimas enseñanzas en forma de cantos que Milarepa “grabó en su corazón” y partió. Al llegar a su pueblo natal, habían pasado varios años y su casa era una ruina invadida por la mala hierba, los pájaros, las ratas, lo que acentuó aún más su deseo de retiro y de meditación. Estaba cara a cara con la imagen perfecta de la impermanencia universal. Se instaló en una gruta detrás de su casa. Pero al ir a mendigar le reconocieron y lo quisieron expulsar apedreándole. Haciendo como que invocaba a las deidades terribles, Milarepa les amenazó, se excusaron entonces con él y le ofrecieron diversos presentes. 

Pero Milarepa dejó en secreto la zona y se fue a vivir en la Roca blanca diente de caballo A la edad de 45 años, comenzó a practicar en la cueva de Drakar Taso, llamada hoy en día Cueva de Milarepa. Se instaló con algunas reservas de alimentos, una manta de pelo de yak e hizo la promesa de no moverse antes de haber hecho realidad la bodhi, el cumplimiento espiritual, aunque tuviera que morir.

Practicando el tsumo, su calor psíquico interno personal permaneció varios años en meditación. Al haber acabado sus provisiones, se alimentaba de ortigas, su cuerpo era como un esqueleto verde. Esa  coloración verdosa con la que  es a menudo representado en las imágenes y esculturas. Unos cazadores que pasaban por allí, lo tomaron por un fantasma. Al comprender que era un ermitaño, le dejaron abundantes provisiones y su estado mejoró.
Más tarde su hermana que andaba buscándolo lo encontró y le llevó harina, cerveza, ropa. Su respiración mejoró y se desanudaron todos sus canales energéticos.


Una escena que narra Trang en su biografía es la que cuando ya mayor predicaba Milarepa rodeado de numerosos discípulos y un importante dignatario religioso, Tsafau,s lo encontró  y Milarepa que no se inclinaba ante nadie, no se prosternó ante él. El dignatario intentó en primer lugar desacreditarlo, pidiéndole que comentara un tratado dialéctico. Milarepa le replicó diciéndole que él ignoraba completamente esos deberes escolares. Los discípulos le pidieron al dignatario que callara y escuchara a Milarepa. Lleno de odio decidió matarlo y envenenó su cuajada.
Milarepa sabía “que su momento había llegado “y que era criminal usar las fórmulas secretas para uno mismo, para prolongar su vida, pidió a sus discípulos que tomaran como “monasterios las montañas áridas, con nieve, deshabitadas” y “que se consagraran a la meditación y al amor hacia todos los seres vivos”. Nombró sucesor a Retchingpa, su discípulo rebelde y murió.
Alrededor de la cueva de Milarepa construyeron un pequeño monasterio, también conocido como la Gompa Pelgye Ling, en un pueblo llamado Zhonggang en el Tíbet. Fue destruido pero ha sido restaurado y redecorado por artesanos nepalíes.
Su legado, Los cien mil cantos de Milarepa están traducidos de forma completa al francés por Marie –José Lamothe en tres volúmenes, publicados por ediciones Fayard, también hay una Vie et chants de Mialrepa de Kama Sonan, editados en Anvers, Bélgica.
Los cantos de Milarepa eran conocidos por toda la población del Tíbet, desde campesinos a ascetas. En ellos Milarepa se dirige a todas las capas de población.
Su forma literaria es una forma literaria nueva, cercana a los dohan tántricos que cantaban los siddhas. Estos cantos constituían en India una reacción ante las estructuras estrictas del monaquismo budista mahayana. Eran inconformistas, libres, a veces escandalosos, pertenecían a la vida laica. Utilizaban situaciones de la vida cotidiana para alcanzar la liberación. Como Tadhepa que vivió su último despertar al realizar que el universo era tan vacío como su bolsa el día que perdió toda su fortuna al juego.
Trang redactó la vida de Milarepa y los “Cien mil cantos”. Los cien mil cantos, no son cien mil, son muy numerosos. Los redactó al final del siglo XI. En estos textos encontramos el corazón de la enseñanza de Milarepa.

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